Los cuadros paranoicos casi nunca aparecen antes de la edad adulta.
- En la reacción paranoide, tal como corresponde a toda reacción vivencial anormal, existe una predisposición personal y unos factores externos desencadenantes, cuya conjunción genera unas manifestaciones que desaparecen tras un período limitado. Tanto la personalidad previa como el elemento o situación desencadenantes guardan similitud con los que se han citado antes.
No obstante, el cuadro paranoide será reversible en este caso. El paciente no es inaccesible a la argumentación lógica y su delirio es poco consistente. Además, existe la posibilidad de modificación según varíen las condiciones ambientales. El tiempo evolutivo es de semanas o meses, aunque puede acortarse si desaparecen los estímulos desencadenantes o se cambia totalmente de ambiente. Si la personalidad del sujeto está muy afectada o las condiciones favorecedoras persisten o aumentan (p. ej., en caso de sorderas), lo que partió de una reacción paranoide puede perdurar y organizarse en forma de desarrollo delirante. Existen evoluciones subagudas en que aparecen datos de personalidad típicos juntamente a convicciones predelirantes o alternativamente delirantes.
- Los datos escandinavos en los que se utiliza el concepto de psicosis psicógena señalan que los factores de buen pronósticoson:
- sexo femenino,
- casados,
- inicio antes de los 30 años,
- aparición aguda,
- duración inferior a 6 meses antes de la hospitalización y presencia de factores precipitantes.
Otros estudios (Jorgensen, 1989) han confirmado que la importancia de los factores socioculturales puede ser más determinante que la mayoría de los indicadores clínicos.
El desarrollo paranoide crónico es poco frecuente. Aunque el sujeto ha llamado siempre la atención por su personalidad especial, el delirio paranoide se manifiesta claramente alrededor de los 40 años de edad. Son individuos testarudos y desconfiados, cuya sensibilidad les va generando dudas e incertidumbres que se resolverán organizando deducciones delirantes. La instauración es, pues, lenta y solapada. En todas las formas evolutivas temáticas existe una alternancia entre períodos de mayor intensidad delirante y etapas más sosegadas, aunque sin perder la actividad. En estas últimas, el individuo puede realizar las distintas tareas de su vida con aparente normalidad; incluso el diálogo con él no señala trastornos notables, mientras no se mencione directamente el delirio.
Las etapas de recrudecimiento de la actividad delirante coinciden a menudo con alguno de los factores desencadenantes mencionados, aunque a veces no parece existir nada significativo que lo motive.
Las actitudes de estos pacientes pueden resultar chocantes si no se conoce su patología. Un individuo que se sienta perseguido y humillado responderá fácilmente de forma colérica, malhumorada y agresiva. Llega así a insultos, amenazas, denuncias, cartas ofensivas, etc., con la sorpresa de su receptor. En este contexto se entiende la potencialidad agresiva tan intensa de estos pacientes.
Si bien hemos destacado los factores psicodinámicos desencadenantes del delirio, es preciso subrayar también que la concurrencia de estos elementos en forma brusca (p. ej., demanda de separación matrimonial inesperada, pérdida de empleo, ruina económica, etc.) puede producir el llamado rompimiento o catástrofe, en que el sujeto se enfrenta violentamente al hundimiento de su esquema y ante esta eventualidad recurre fácilmente al suicidio. Si el enfrentamiento con estos factores es menos brusco, transcurre un tiempo suficiente para organizar sus defensas denegatorias, proyectivas y de formulaciones reactivas. Esta evolución se aprecia cuando el intento de suicido ha fallado: días después ha recompuesto ya la situación a través de sus mecanismos de defensa. En consecuencia, es preciso tener en cuenta esta posibilidad suicida en la evolución de estos pacientes.
De todos modos se admite en general que los individuos paranoicos muestran una cierta capacidad de autocontrol y su evolución es compatible con la vida extrahospitalaria en su medio, en el cual serán considerados a menudo como «tipos raros».
Aparte el pronóstico favorable descrito para la «psicosis hipocondríaca monosintomática», en los demás casos el delirio se manifestará de modo fluctuante sin dejar de estar siempre latente. Los ingresos coincidirán con problemas sociales o interpersonales o con otra sintomatología concomitante.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.