El carácter es la parte de la personalidad adquirida, aquella que se ha ido fraguando a lo largo de la vida merced a las influencias psicológicas, sociales y culturales. El temperamento es la parte heredada, aquella que tiene una relación directa con patrones de conducta hereditarios y, por tanto, una raíz neurobiológica. Ambos integran dos importantes facetas de la forma de ser.
Por su parte, el rasgo es una disposición psicológica duradera, un atributo estable de la personalidad, una tendencia a comportarse de la misma manera en situaciones diferentes, lo que origina una conducta consistente. Cada rasgo permanece como una característica estable, sea cual sea la situación que se presente. Así, por ejemplo, una persona ordenada pondrá de manifiesto este rasgo de su forma de ser en distintos momentos y en entornos muy variados; una persona histérica convertirá su vida en un teatro una y otra vez, ya que vive todo lo que le sucede como algo dramático o extraordinario, y una persona introvertida lo será en una reunión multitudinaria y también en petit comité.
El rasgo es, pues, la propensión a exhibir un comportamiento consistente, similar, ante las circunstancias más variadas de la vida. Dicho de otro modo, constituye una disposición latente para comportarse de una manera parecida. G. W. Allport (1966) lo definía así: «Sistema neuropsíquico generalizado (común a todos los individuos) y focalizado (particular), que tiene la propiedad de volver funcionalmente equivalentes gran número de estímulos y desencadenar y guiar formas equivalentes de comportamiento adaptable y expresivo.» Los métodos que se han utilizado para aislar estos rasgos han variado mucho a lo largo del tiempo y su medición resulta bastante compleja.
Es muy interesante la posibilidad de predecir la conducta de un individuo a partir del conocimiento de sus principales rasgos, ya que existen evidencias biográficas respecto a su comportamiento habitual. No se trata, como es obvio, de una fórmula matemática, lo cual constituiría una utopía, pero sí enmarcará la respuesta de la persona en unos límites muy fiables. H. J. Eysenck (1987) describió cuatro rasgos básicos: neuroticismo, extraversión, introversión y psicoticismo.
En sentido estricto, los rasgos constituyen ciertas características internas que no pueden ser observadas a simple vista, como la estatura o el color del pelo. Se llaman también variables intermedias, ya que se sitúan entre los estímulos y la conducta, y se deducen de la observación del comportamiento.’ En el casi infinito mar de las circunstancias y las variables cotidianas, el oleaje personal se mantiene a través de los rasgos, que otorgan estabilidad, consistencia y repetición a los actos.
Por último, el estado es una característica de la personalidad transitoria, pasajera, que se da en un momento determinado y, por tanto, resulta fugaz „temporal, efímero. En el curso de una depresión mayor, por ejemplo, la personalidad vive en un estado de ánimo melancólico, con sentimientos de tristeza, desgana o apatía; pero cuando dicha enfermedad remite, el sujeto vuelve por lo general a ser la persona que ha sido, recuperando sus características anteriores al trastorno psicológico. Mientras que el rasgo es una dimensión que engloba un patrón de respuestas estables y reiteradas de la personalidad, el estado se refiere a una actividad mental y psicológica breve y del presente. La gente suele distinguir muy bien lo primero de lo segundo: una cosa es el comportamiento habitual y otra distinta la respuesta atípica e infrecuente, propia de una circunstancia específica.»
Cualquier conducta es producto de numerosas determinantes, no sólo de los rasgos y de la situación. Entran en juego las presiones momentáneas, las influencias específicas, el estado de ánimo del sujeto en ese momento, las vivencias del pasado…
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
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