LA NECESIDAD DE LIBERACIÓN EN PSICOLOGÍA Y DE LA PSICOLOGÍA
Ahí reside la dificultad de una «psicología de la liberación» labrada a imagen y semejanza de los movimientos de la teología de la liberación, en tanto que en los orígenes de la «psicología de la liberación» ya se encontraban prácticas con una fuerte carga ideológica en sus concepciones de liderazgo y confesión. La teología de la liberación fue un movimiento progresista que cuestionó a la Iglesia católica y redefinió la oposición entre el cielo y el infierno como una verdadera contradicción material que se hallaba sobre la Tierra en la lucha de los pobres64. No obstante, intentó, a su vez, «empoderar» a los pobres, involucrándolos en actividades en las que asumiesen responsabilidad, vinculando, de este modo, la política con la antigua práctica cristiana de buscar los pecados en el corazón del yo, para así hallar la redención. Estas dinámicas inherentes a este nuevo movimiento político también situaban a los teólogos de la liberación en el papel de líderes carismáticos.
Por tanto, existen condiciones estructurales e ideológicas previas para la psicología occidental y para que la psicologización de cada individuo implicado en esta política radical tenga lugar. La autoridad carismática y la autorreflexión personal proporcionan, a su vez, el caldo de cultivo para todo tipo de reduccionismos y estrategias
LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA
individualizadoras que patologizan la política. Desde este entendimiento en las mismas oportunidades, que la teología de la liberación y la «psicología de la liberación» proporcionaron, reside la amenaza de la subjetividad neoliberal y el establecimiento triunfante de la psicología europea y estadounidense en América Latina. Por ello, preservar la dimensión progresista de la teología de la liberación y asegurar que la «psicología de la liberación» no sea psicología, sino algo mejor, es el problema al que se enfrentan los movimientos anticapitalistas de izquierdas.