LA FAMILIA NUCLEAR EXIGÍA UNA ESTRECHA DEPENDENCIA Y SURGIÓ LA ANSIEDAD ANTE LA SEPARACIÓN
Las mujeres estaban muy presentes en la fuerza de trabajo del capitalismo temprano, aunque seguían estando a cargo de las labores domésticas y el cuidado de los menores. A este respecto, existe todo un proceso complejo en juego, a través del cual la vida del menor se orientaría en recibir formación para integrarse en el mundo laboral, lo que implicó que las mujeres pasaran a estar más recluidas en la cada vez más separada esfera de la familia nuclear. Además, a medida de que los analistas sociales rememoraron las condiciones de vida en los primeros años de la industrialización, previos al capitalismo, y según elaborasen más tarde descripciones de las condiciones de las fábricas, hubo otro momento que supondría una nueva inflexión en el destino de las mujeres y en el modo en que sus vidas habrán de ser entendidas1°.
Estas nuevas condiciones sociales dieron lugar a un sistema patriarcal distinto, que traía consigo la impronta del antiguo sistema, de manera que las cargas depositadas sobre las mujeres pasaron a ser más complejas». Con las grandes empresas privadas que venían a sustituir el trabajo localmente organizado de la tierra, el cambio en las relaciones de producción separa el trabajo, como tiempo en la fábrica, de la casa; también separa el trabajo del ocio, dando lugar, así, al nuevo y diferenciado mundo de la infancia, la cuna de lo que más tarde será la psicología del «desarrollo» (o psicología «evolutiva»)12.
Comparada con la competición y la explotación del capitalismo industrial, la familia pasó a ser el «corazón de un mundo sin corazón». Esta expresión, acuñada por Karl Marx para describir el modo en que la religión ofrecía amparo en una sociedad erigida sobre la explotación sin piedadI3, también pone de relieve cómo refugiarse en el seno de la familia planteaba sentimientos enfrentados. Desde los hornos de las fábricas a los resentidos sofocos provocados por las
IAN PARKER
sartenes de las casas, el lugar de la familia y su configuración interna sirvieron para separar aún más si cabe el mundo de las mujeres del de los hombres. Supuso, a su vez, que las personas que crecían en el seno de una familia fueran más dependientes de este pequeño mundo y temerosas del mundo exterior.
A los psicólogos desde siempre les ha embelesado la relación dialéctica entre la vida familiar y laboral, analizando, en primer lugar, una parte y luego la otra, para asesorar a las personas en cualquiera de las partes, sin percatarse de que la psicología aparece en escena para hacer más llevaderas las decisiones imposibles de cada individuo atrapado en una mecanismo de difícil escapatoria14.