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Las palabras «angor» o «angina» y «angustia» provienen de la misma raíz griega y luego latina, que significan estrangulamiento, constricción y sofocación, estrechez o estenosis, y se refieren a la sensación de opresión o constricción precordial con desasosiego que domina el cuadro. La angustia es una manifestación afectiva de gran importancia clínica, y se caracteriza por un temor a lo desconocido.
Este temor sin objeto de la angustia se contrapone al miedo, que es un temor a algo concreto y conocido, es decir a un objeto o a una situación determinada. La angustia puede presentarse de diferentes maneras según sea su origen. Todos hemos sentido, en distintos momentos de nuestra vida, sentimientos de angustia (que pueden ser considerados normales) ante estímulos estresantes que implicaban una amenaza real y nos imponían un desafio. Frente a estas situaciones, si la valoración de la amenaza es irreal, desproporcionada o el estímulo es imaginario, la angustia tiende a persistir y a no extinguirse en el tiempo, transformándose en anormal o patológica. Es decir, el estímulo es percibido erróneamente como amenazador y aunque el individuo se de cuenta de que es irreal, no puede desprenderse de él, aunque quisiera. Es evidente que esta valoración interna se hace a diferentes niveles del procesamiento de la información en el sistema nervioso central, contraponiéndose la convicción irracional o intuitiva al conocimiento racional e intelectual, y dominando la primera.
La angustia normal se basa en preocupaciones presentes o acerca del futuro inmediato y desaparece al resolverse las mismas. La angustia patológica, en cambio, es desmedida, tiende a persistir, hace ver al futuro cargado de malos y desconocidos presagios y restringe de este modo la libertad y el desarrollo personal.
El existencialismo habló de una «angustia existencial» que surge como consecuencia de la reflexión del individuo frente a su ubicación en el mundo, antela Naday antela Muerte. Lamisma fue motivo de profundos análisis filosóficos y deriva del conflicto existencial que todo hombre lleva consigo , como consecuencia de su finitud.
Ansiedad
La palabra ansiedad proviene del latín «anxietas», que significa congoja o aflicción. Consiste en un estado de malestar psicofísico caracterizado por una turbación, inquietud o zozobra y por una inseguridad o temor ante lo que se vivencia como una amenaza inminente. La diferencia básica entre la ansiedad normal y patológica es que esta última se funda en valoraciones irreales de la amenaza. Cuando la ansiedad es leve produce una sensación de inquietud, de intranquilidad y desasosiego. Cuando es muy severa puede llegar a paralizar al individuo, transformándose en pánico.
Clásicamente se ha intentado diferenciar a la angustia de la ansiedad considerando que desde el punto de vista psicopatológico ofrecen matices diferentes.
La angustia, estenosis o estrechez, posee un carácter más somático o visceral (opresión precordial y epigástrica, sobrecogimiento); en cambio, la ansiedad se manifiesta como más fluida y espiritual presentando síntomas respiratorios predominantes (falta de aire, ahogos, sobresalto). Asimismo, la angustia se vivencia como amenaza de muerte inminente y de perder el control de uno mismo, sin saber a qué atenerse; la ansiedad se vive más bien como posibilidad de que pueda ocurrir «cualquier cosa», como incertidumbre e inseguridad.
En este libro, a los efectos prácticos, las consideraremos como sinónimos y las utilizaremos indistintamente, dado que en los últimos tiempos ésta es la tendencia con respecto a las mismas.

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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